domingo, 9 de diciembre de 2012

Las Lecturas del Yermo: “El Hombre Ilustrado” de Ray Bradbury




Bienvenidos una vez más al yermo, esta vez en un día inusual, para inaugurar con orgullo una nueva sección: Las Lecturas del Yermo. La propuesta es compartir a través del blog la reseña de un libro al mes (vamos a buscar un día más adecuado que domingo para publicarla, eso sí), ya que todo escritor es, en primera instancia, un voraz lector y no hay nada más lindo que compartir con otros colegas esas páginas que estremecieron nuestras fibras.

Con respecto a este primer libro elegido, les cuento que después de terminar la primera serie de artículos sobre el cuento (1, 2 y 3) y, en especial, después de haber hablado tanto de Ray Bradbury en el último de ellos, me quedé con las ganas de recomendarles, queridos lectores y cactus, un libro suyo que me parece maravilloso y en el cual está contenido el cuento que les mencionaba el martes. Así que vamos directo a él...


EL HOMBRE ILUSTRADO, por RAY BRADBURY

La edición que yo tengo en las manos (en la vida real y en el dibujo XD):
Editorial Minotauro, quinta edición argentina, noviembre de 2006.
Traductor: Francisco Abelenda.
ISBN: 950-547-100-9

Este libro fue, desde que llegó a mis manos, una agradable sorpresa. Lleva ya bastante tiempo conmigo y fue con su llegada que descubrí a este gran escritor que es –según mi opinión y la de muchos más– Ray Bradbury. Además de una importante cantidad de cuentos muy buenos, este libro tiene un par de particularidades que lo hacen muy interesante. Veámoslas, pues.


Brisa fresca desde las primeras páginas: la introducción
“Bailando, para no estar muerto”

Debo admitir, con peligro para la imagen de ruda forajida que presento en este blog, que un nudo me aprieta la garganta cada vez que leo esa introducción. Recuerdo que fue así la primera vez y de nuevo hoy cuando la releía para tomar estas breves notas.

Y es así porque estas pocas pero intensas páginas nos hablan de una verdad que habita en el corazón de todos los que dan ese esfuerzo extra para hacer algo que les apasiona. Son las palabras de alguien que amó profundamente la escritura y que se esforzó por ella. Son las palabras de alguien que se abre con la sinceridad del que se sabe humilde y no tiene reparos en compartir sus hallazgos con otros. Quizás me tomen por exagerada, pero si el libro hubiese contenido solo esta introducción, ya habría podido calificarse como excelente.

Júzguenlo ustedes mismos. Así cierra Ray Bradbury estas páginas fechadas en 1997:

“Mis melodías y números están aquí. Han llenado mis años, los años en que rehusé morirme. Y para eso mismo escribo, escribo, escribo, al mediodía o a las tres de la mañana.
Para no estar muerto.”

Creo que se puede decir que este hombre logró su objetivo :)


Una cuerda para atar todos los cuentos, que también es un cuento: la historia del Hombre Ilustrado

Y parece que al amigo Ray no le bastaba entregarnos dieciocho excelentes cuentos y quiso llevar las cosas un paso adelante, como era su estilo. Después del prólogo y antes de que empiecen los cuentos tenemos un regalo extra, una historia más, que se desarrolla también entre y después de los cuentos y es, a la vez la fuente de donde surgen y el tema del último de ellos.

El narrador se encuentra con un hombre que tiene el cuerpo cubierto de ilustraciones. Ilustraciones, no tatuajes, se encarga de aclararlo muy bien. De donde vienen, cuál es su función y vinculación con los cuentos se explica en el primer fragmento y no se los quiero adelantar porque la idea es despertarles la curiosidad y no spoilearles la vida.

Basta con decir que el encuentro del narrador con este personaje marcará para siempre su existencia y quizás también la nuestra. ¿Terminaremos reaccionando como él ante la visión de lo que nos espera? Esa es la pregunta que les dejo para responder cuando terminen de leer este libro.


Los cuentos: Fantasía para abrir los ojos a la realidad

Una de las cosas que me impresiona de este libro es que no tiene desperdicio. Todos los cuentos son buenos y eso es algo difícil de encontrar. Uno tras otro despiertan en quien los lee esa satisfacción de estar ante historias perfectamente logradas. El lector puede encontrar algunos que sean sus preferidos, pero todos tienen ese poder de darte algo así como un toque en el hombro y decirte: ojo con lo que estás leyendo, es ficción, pero quizás no está tan lejos de tu mundo.

La literatura fantástica ha sufrido muchas veces cierto menosprecio. A pesar de que varias obras de las que se encumbran en las cimas de la literatura pueden caer en esta clasificación, no falta quien la trata como de segunda categoría, por considerar que se trata de mero entretenimiento. Yo me pregunto si la gente que piensa esto no leyó nunca a Ray Bradbury.

Porque él escribe historias de fantasía –él mismo se declaró un escritor de historias de fantasía– capaces de diseccionar con su aguda mirada crítica la realidad en la que vivimos. Tantos años atrás él, como un verdadero visionario, ya se imaginó el futuro en el que hoy estamos y aquel hacia el cual quizás nos dirigimos. Y lo puso en papel para hacernos reflexionar, porque sus temas son los mismos que nos persiguen desde siempre: la muerte, la soledad, los límites, la relación con nuestros semejantes, las diferencias, nuestro impacto sobre el mundo en que vivimos y también aquello en lo que la sociedad nos convierte.

Su estilo, pulido pero carente de artificios innecesarios, colabora a introducirnos casi sin darnos cuenta en una historia que por lo general nos clava en el alma alguna angustiosa pregunta, cumpliendo así uno de los objetivos fundamentales de la literatura: llevar cada vez más lejos las fronteras mentales de quienes en ella navegan.

Su sorprendente imaginación hace que cada recodo de este viaje nos deje impresionados y queriendo más.


Ray Bradbury: un enamorado de la literatura y de la vida (aunque de a ratos pareciera que no…)

Nos dice su página oficial que a él le gustaba contar una anécdota sobre un mago de feria al que conoció cuando tenía doce años y que, al terminar su show, se le acercó y le dio una orden: “¡Vive para siempre!” Dice nuestro autor que esa le pareció la mejor idea que escuchó en su vida y que por eso empezó a escribir. Y nunca se detuvo.

También, en un libro de ensayos publicado en 2005 y titulado “Bradbury habla” dijo que cuando se veía en el espejo, la imagen que le devolvía la mirada era la de un hombre feliz y que él se preguntaba por qué era tan feliz. La respuesta a esa pregunta era que cada día de su vida había trabajado en lo que le apasionaba y por el gozo que surge de crear y escribir. 

Si ponen en Google imágenes “Ray Bradbury” verán a un señor que sonríe en la gran mayoría de las fotografías. Una persona que, como surge de sus propias palabras, fue feliz. ¿Pero cómo si era alguien así, tan enamorado de la vida, puede parecer tan pesimista en algunas de las cosas que escribe?, me pregunta mi madre, que estaba sentada a mi lado mientras yo redactaba esta reseña y se puso a curiosear el libro al tiempo que escuchaba algunos fragmentos de artículos que le leía mientras investigaba. Tanteé una respuesta: porque es un escritor.

Porque el escritor, como testigo de la realidad, dueño de un corazón sensible y una mirada profunda y analítica, no puede –la mayor parte de las veces– sacudirse la angustia que produce esa bendición/maldición que es la de tener que andar por el mundo con los ojos siempre abiertos. 

Pero quizás es esta una de las razones por la cual más admiro a este hombre además de por sus cuentos que me parecen magníficos: porque fue un hombre feliz, a pesar de ver tantas cosas, de vislumbrar un futuro que con más tecnología y comodidades no hacía a los hombres más humanos ni mejores. Un hombre demasiado humilde como para aceptar esa felicidad sin la angustia y la responsabilidad que trae consigo una lucidez como la suya. Un hombre que hizo siempre lo que le gustaba y que buscó tocar los corazones de los lectores. Un hombre que escribió todos los días. Que escribió para no estar muerto. Y para que nosotros abramos los ojos. 



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Espero que esta reseña les despierte el hambre de lectura y la curiosidad para conocer a un hombre que dejó el mundo terrenal este año, pero que se ha consagrado ya inmortal en el mundo de las letras y el cariño de sus lectores.

Después de leerlo me cuentan qué les pareció :D

Les deseo buena puntería con las palabras y los libros.

¬-(o_Ó) 


PD: Acuérdense de que los forajidos estamos en el Facebook. Acá Nabetse el artista y aquí esta humilde servidora, Capitana Pat. También pueden per-seguirnos en Twitter, aquí él, aquí yo XD

PD 2: Bonus track, lean esta carta de Ray Bradbury y aprendan, como él, la lección más importante :D

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